El caso es
que al señor Streator le gustan tanto los sofás que decidió tener relaciones
con el que tenía en su porche.
Por
supuesto fue detenido, y el agente declaró que “el acusado empujaba su área pélvica
contra los cojines tratando de autocomplacerse, mientras introducía su pene
entre las dos almohadas”.
¿Tan faltos de pareja van que necesitan echarse como novia a una bici o a un sofá?
Reconozco que el sofá es más entrado en carnes (o plumas y latex) y voluptuoso que la bici.
1 comentario:
¡¡¡Donde vas a parar...!!!cuando el diablo no tié ná que hacer...con "el rabo" mata moscas y el tiempo...
Publicar un comentario