El fin de semana pasado, después de poner en los candelabros todas las velas rojas y de ornar el árbol, me dediqué a iluminar el jardín de casa de mis padres.
Me encanta ver como las luces recorren las ramas o caen como cascadas por las piedras de los "marges" (muros de piedra típicos en Catalunya que sirven para contener la tierra de varias alturas).
Trabajé toda la tarde en el patio trasero y les pedí a mis padres que no miraran hasta después de cenar. Era uno de mis regalos.
Por fin llegaron las diez. Encendí luces y... no me dijeron nada.
No lo entiendo. ¿No les gustó?
1 comentario:
Amó a vé, Tuli... ¿tú estás obsesioná o necesitá?... pá lo segundo tengo solución, pá lo primero no.
Jajajajajajajajaja
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